
La órbita MAVEN revela nuevos aspectos de la historia temprana de la Estrella Roja. Fue el viento solar el que destruyó su capa gaseosa. Mientras, en nuestro planeta ha pasado todo lo contrario
Puede que la vida sea el producto de un gran accidente cósmico. Si ahora tú y yo compartimos un hilo de lectura invisible, es que nuestros genes tuvieron la oportunidad de ‘caer’ en un planeta habitable, un mundo oxigenado y atmosférico que puede anidar. Sin embargo, a tan sólo 54 millones de kilómetros (cerca astronómicamente), nuestro planeta más cercano es un páramo inerte.
Dos estudios publicados ayer en la revista Science dan luz a algunas de las circunstancias que hicieron de la Tierra un planeta embarazado y de Marte un mundo árido.
En el segundo caso, los datos obtenidos mediante la misión MAVEN (del acrónimo en inglés, Evolution of the Atmosphere and Volatile Compounds on Mars) permiten entender mejor la historia antigua del planeta rojo. Los investigadores midieron la abundancia de dos isótopos de argón a distintas altitudes en la atmósfera magra para encontrar que lo más abundante de todos los isótopos posibles del gas es el muy ligero, Ar36. Precisamente por su ligereza, es más probable que se pierda en el espacio, escapando de la gravedad del planeta. Los datos parecen mostrar que el 66% del argón que se origina en Marte se ha perdido en el sistema solar desde la formación del planeta. De esta forma, se pudo deducir qué podría haber ocurrido con otros gases de distintos pesos. El resultado es sorprendente Según los responsables de la misión MAVEN (que utiliza cámaras montadas en una nave espacial que orbitaba Marte), la atmósfera del planeta era originariamente tan densa como la de la Tierra, pero estaba compuesta principalmente de dióxido de carbono. La mayor parte de su volumen se perdió para siempre en el espacio. ¿Por qué? Al parecer, el culpable de ese secuestro fue el viento solar. El azote de la radiación solar estaba causando estragos en la composición química de la atmósfera marciana, alterando el equilibrio gaseoso y creando un efecto invernadero implacable y mortal. Si tus genes y los míos hubieran ‘caído’ en este entorno, tú y yo no estaríamos delante de esta página ahora. El azote de la radiación solar estaba causando estragos en la composición química de la atmósfera marciana, alterando el equilibrio gaseoso y creando un efecto invernadero implacable y mortal. Si tus genes y los míos hubieran ‘caído’ en este entorno, tú y yo no estaríamos delante de esta página ahora. El azote de la radiación solar estaba causando estragos en la composición química de la atmósfera marciana, alterando el equilibrio gaseoso y creando un efecto invernadero implacable y mortal. Si tus genes y los míos hubieran ‘caído’ en este entorno, tú y yo no estaríamos delante de esta página ahora. El azote de la radiación solar estaba causando estragos en la composición química de la atmósfera marciana, alterando el equilibrio gaseoso y creando un efecto invernadero implacable y mortal. Si tus genes y los míos hubieran ‘caído’ en este entorno, tú y yo no estaríamos delante de esta página ahora. El azote de la radiación solar estaba causando estragos en la composición química de la atmósfera marciana, alterando el equilibrio gaseoso y creando un efecto invernadero implacable y mortal. Si tus genes y los míos hubieran ‘caído’ en este entorno, tú y yo no estaríamos delante de esta página ahora.
Causualmente, mientras nuestro vecino perdía gases atmosféricos, como si sangrara, en la Tierra ocurría lo contrario. Hace unos 2.000 millones de años, algunas bacterias productoras de oxígeno (cianobacterias) aparecieron en nuestros mares. Este evento se convirtió en el punto de inflexión en la evolución que llevó a la vida tal y como la entendemos hoy. Un nuevo estudio también publicado ayer sugiere que ese fenómeno podría ocurrir no una vez, sino en varias ocasiones a lo largo de la existencia de nuestro mundo.
De hecho, las cianobacterias pueden haber sido diversas especies que evolucionaron a partir de un grupo común de bacterias más antiguo. Hoy en día, existen al menos tres clases: oxifotobacterias, bacterias melaína y bacterias ML635J-21. Solo los primeros se han convertido en productores de oxígeno con el tiempo. ¿Por qué?
Un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de California ha encontrado que faltan genes para la fotosíntesis y la generación de oxígeno del ADN de los otros dos grupos, aunque los tres grupos comparten ascendencia común. Esto significa que estas tres categorías descienden de la misma bacteria progenitor, mucho antes de hace 2000 millones de años. Esta bacteria primordial era incapaz de producir oxígeno. Sin embargo, uno de sus sucesores adquirió una mutación que la convirtió en productora. El destino quería que perseverara en su labor y se convirtiera en la actriz principal de la película de la vida. Con su presencia cambió el destino de la Tierra, cambió la composición gaseosa de la atmósfera y desató la catarata de eventos que llevaron a ti, a mí ya nuestros hijos.

Ignacio Llorente es una amante del estudio de los planetas. Por eso nos enseña cómo poner en práctica los mejores consejos para avistarlos y analizarlos. Realiza largas caminatas por la naturaleza en plena noche con su equipo de astrónomos con frecuencia. Los mejores tips sobre planetas que podemos leer.